Disidentes cubanos excluidos del mercado laboral

Opositores al régimen se esfuerzan por encontrar los medios para ganarse la vida.

Disidentes cubanos excluidos del mercado laboral

Opositores al régimen se esfuerzan por encontrar los medios para ganarse la vida.

Los cubanos señalados como disidentes dicen que es casi imposible encontrar trabajo a causa de los controles del Estado sobre todas las áreas de trabajo.

Durante décadas, el Estado cubano fue el único empleador, y a pesar de las recientes reformas que permiten a la limitada empresa privada, conocida como “cuentapropismo”, conseguir una licencia de operación, todavía implica la aceptación por parte de las autoridades.

Renato Olazábal fue designado como “contrarrevolucionario”, después de un intento fallido de escape en una balsa a los Estados Unidos en 2006.

Olázabal, un Licenciado en Lengua Inglesa de 38 años, señaló que posterior a su intento de escape fue casi imposible hallar un trabajo, rechazado de cinco puestos de laborales en el sector público.

Dijo que aún cuando los candidatos cumplen los criterios para un trabajo en particular, todavía tenían que ser aprobados por la Seguridad del Estado y la Inteligencia Militar antes de ser ofrecido el puesto.

El proceso de selección consiste en interrogar a los vecinos de los candidatos acerca de sus puntos de vista políticos; además, realizan consultas entre los funcionarios locales de los Comités de Defensa de la Revolución -una red de vigilancia barrial en todo el país-, el Partido Comunista, de las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior.

“Se interesan mucho en si participaste de las votaciones, de la marcha del 1º de Mayo y cosas así”, dijo Olazábal. “Además preguntan a estas personas si te consideran revolucionario o no”.

Olazábal ahora mantiene a su familia con la venta de artesanías, con riesgo de persecución, ya que no tiene una licencia de comerciante.

El periodista independiente y miembro veterano de la oposición, José Fornaris, dijo que el mercado de trabajo es parte de un estado policial.

El gobierno es “dueño de las empresas, fábricas, instituciones, de toda forma de empleo en general,” dijo Fornanis. “Para las personas poder ejercer lo que es su derecho al trabajo y sustentarse de manera digna, tienen que someterse a las condiciones y chantajes del régimen”.

Después que Fornaris se unió al Comité Cubano Pro Derechos Humanos en 1988, el acoso oficial lo obligó a abandonar su trabajo como periodista y presentador en la estación nacional Radio Progreso.

En 1990, encontró trabajo como albañil, sólo para ser despedido cuando un compañero de trabajo lo denunció, acusándolo de conspirar contra el entonces presidente Fidel Castro.

“Querían inculparme alegando que la Sección de Intereses de Estados Unidos [USINT, por sus siglas en inglés], me había entregado unos explosivos para asesinar al entonces líder del régimen”, señaló Fornaris. “Estaban tratando de enjuiciarme como terrorista sin motivos coherentes”.

Después de ser absuelto de las acusaciones, Fornaris se convirtió en una voz líder en el movimiento de oposición.

Recordó haber sido contactado por un agente de la seguridad cubana conocida como “Sol”, cuyo trabajo consistía en supervisar al personal del Instituto Cubano de Radio y Televisión, ICRT. El funcionario o funcionaria se comprometió a restituirlo en Radio Progreso, y más tarde una promoción a un puesto directivo en el Instituto.

El precio era que Fornaris debía abandonar sus actividades políticas y colaborar con el régimen. Él rechazó la oferta.

Fornaris relata la historia como un claro ejemplo de cómo “los cuerpos de inteligencia están involucrados en la toma de decisiones acerca de quién es idóneo para trabajar en este país”.

Después de que las leyes sobre las empresas privadas fueron flexibilizadas, Fornaris solicitó una licencia de “cuentapropista” para vender libros de segunda mano.

La empleada que lo atendido le aseguró que la obtendría con rapidez, pues ese tipo de permiso no era muy solicitado.

Cuando la petición fue rechazada, la empleada estaba asombrada, avergonzada e incapaz de dar una explicación lógica, recuerda Fornaris.

Fornaris ahora dirige la Asociación Pro Libertad de Prensa, APLP, una organización no reconocida por el gobierno y que tiene como objetivo ayudar a mejorar el periodismo y promover la libertad de prensa en Cuba.

Osniel Carmona Breijo es un periodista independiente que reporta desde las provincias de La Habana y Mayabeque.

Esta noticia fue publicada por primera vez en el sitio web de IWPR.
 

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