Colombia: Reparando el tejido social

Reconciliación, remembranza y el reconocimiento de los crímenes son esenciales para hacer funcionar la paz, incluso si un acuerdo es alcanzado.

Colombia: Reparando el tejido social

Reconciliación, remembranza y el reconocimiento de los crímenes son esenciales para hacer funcionar la paz, incluso si un acuerdo es alcanzado.

Los diálogos de paz en curso están obligando a los colombianos a enfrentar el enorme desafío de reconstruir el tejido de una sociedad con ruinas por un conflicto armado que tiene medio siglo.

Las conversaciones se reanudaron en la capital cubana esta semana después de un breve descanso, reuniendo a los negociadores del gobierno colombiano junto con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo o FARC-EP. 

Si un acuerdo de paz se alcanza, resolver los asuntos más amplios no es una tarea sencilla. Hay alrededor de 3.5 millones de desplazados, cuatro millones de refugiados en el extranjero y una cifra indeterminada de muertos y desaparecidos.

Como hemos observado en muchos escenarios pos-conflicto, incluyendo la Sudáfrica pos-apartheid, la reconstrucción del tejido social comienza por contar las verdades. Una que pertenece a las víctimas individuales, una que proviene de las víctimas colectivas, otra es la versión oficial que emanan de los organismos estatales. Y también es muy importante escuchar la verdad de los victimarios para poder entender por qué sucedió el conflicto.

La búsqueda de la verdad debe promover la reconciliación y no fomentar la escalada de nuevos odios.

La pieza que mejores resultados ha dado es el Centro de Memoria Histórica, que fue establecida a finales de 2011 y desde entonces, ha publicado informes que cuentan historias sobre las vejaciones de la guerra, la deshumanización completa de los procesos violentos y la destrucción de comunidades enteras.

Uno de los problemas que enfrenta Colombia, es que está tratando de implementar un proceso de reconciliación pos-conflicto – sacando a la luz la verdad- en medio de una violencia continua.

El proceso de paz debe buscar la reparación, la justicia, el perdón y la promesa de no repetición. Combinadas, deberían crear un escenario de reconciliación que acabe con los odios heredados y que permita tener un país en paz.

Desde 2005, dos mecanismo – La Ley de Justicia y Paz y el Marco Jurídico para la Paz – han provisto de penas alternativas para los criminales de guerra colombianos. Un juez puede reducir la pena, hasta tres cuartas partes, a los antiguos miembros de un grupo armado ilegal que opten por colaborar con el proceso de paz.

A fin de ser beneficiados por las alternativas penales, los victimarios tienen que revelar toda la verdad, proveer una compensación adecuada a las víctimas y una garantía de no repetición. Si no cumplen con estos cometidos, deben cumplir la pena completa.

Hasta ahora, el sistema de justicia ha sido lento en determinar quiénes han cumplido los requisitos. Pocas víctimas han sido reparadas y apenas unos pocos saben la suerte de sus muertos y desaparecidos.

En cuanto a las reparaciones, el Estado colombiano pagará una suma de dinero por los abusos cometidos por cualquier actor del conflicto para subsanar algunos daños de la guerra. Este ha sido un procedimiento expedito que libra de responsabilidades penales al Estado, pero tiene serios problemas de ejecución pues apenas hace un aporte económico sin pensar en reconstruir la vida y las relaciones personales.

Las reparaciones también deben buscar reconstruir las relaciones, mejorar las condiciones de vida y proporcionar una mejor educación y salud. Tienen que devolver a las personas su dignidad, reconociendo que su vida ha sido ultrajada y mostrarles que la sociedad también se ha puesto de pie para devolverles algo que, con su silente complicidad, les quitaron.

Existen otros retos adicionales. Las cuestiones prácticas incluyen asistir a los desplazados que han reconstruido su vida en las ciudades y no quieren volver al campo. También existe la necesidad de crear espacios para contar la vida del conflicto y rendir homenaje a las víctimas, recordando quiénes fueron los victimarios.

Las formas simbólicas de reparación también son importantes -por ejemplo, hay cientos de familias que no tienen una tumba para rezar a sus muertos.

Tal como lo dicen los informes del Centro de Memoria Histórica, todos tenemos que apropiarnos del conflicto.

Al Estado le ha sido difícil recordar a sus propias víctimas. Apenas en 2004, después de casi 50 años de conflicto, se estableció un día para rendir homenaje a los policías y militares caídos en conflicto y empezó la construcción de un monumento en Bogotá para tal fin.

Fuera de la capital, es aun más difícil encontrar iniciativas para recordar a los muertos y desaparecidos. Mucha gente todavía tiene miedo de recordar a los que perecieron por culpa del conflicto.

Cualquier proceso de reconciliación en Colombia, desde un proceso oficial de paz hasta las más sencillas iniciativas ciudadanas, deben promover la construcción de confianza ciudadana, el reconocimiento de los actos en contra del otro y la promoción de nuevas relaciones sociales.

Un país puede tener paz en el papel, pero sin un tejido social fuerte, el conflicto persistirá.

Rodrigo Sandoval Araujo, bloguero colombiano con estudios en Ciencias de la Comunicación y Ciencia Política.

Esta noticia fue piblicada por primera vez en el sitio web de IWPR / This story was first published on IWPR’s website.

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