Así se patea una pelota en El Caribe

Así se patea una pelota en El Caribe

Ernesto Che Trinidad plays for Cibao in Dominican Republic. (Photo: IWPR)
Ernesto Che Trinidad plays for Cibao in Dominican Republic. (Photo: IWPR)

El estadio nacional de Trinidad y Tobago, el Hasely Crawford de Puerto España, tiene una capacidad para 27.000 personas, pero el partido entre el trinitense Central FC y el Cibao de República Dominicana apenas reunió unos cientos.

Trinidad y Tobago fue anfitrión del Caribbean Football Championship 2017, celebrado el mes pasado y organizado por la Confederación de Fútbol de América del Norte y El Caribe (Concacaf), de 41 miembros.

Pero el fútbol no es popular en estas tierras. El deporte nacional de Trinidad y Tobago, una isla frente a las costas venezolanas con herencia española y británica, es el críquet. En República Dominicana, donde juega el Cibao, la liga profesional tiene apenas tres años de haberse creado y el béisbol es el pasatiempo que regentea esas tierras.

“República Dominicana es tierra de béisbol” explica Ernesto Che Trinidad, un jugador dominicano que participa en el torneo. Se propone “llegar lejos”.

La FIFA ha dedicado millones de dólares a promover el fútbol en esta región del mundo. Pocas estrellas del fútbol han salido del Caribe. Entre ellos, Raheem Sterling, quien nació en Jamaica, y el trinitense Dwight Yorke, estrella de la Premier League).

Desde el año 2013, el proyecto GOL de la FIFA ha destinado al menos seis millones de dólares a Haití, cinco millones a República Dominicana y alrededor de dos millones a Cuba y Panamá respectivamente.

Tan solo en Trinidad y Tobago, FIFA desembolsó medio millón de dólares para la restauración de un estadio en San Fernando, la segunda ciudad de la isla y otros cinco millones para la construcción del Centre of Excellence en Puerto España, que igual celebra partidos de fútbol que se alquila para bodas.

El fútbol es el deporte más popular en Haití, pero los jugadores tienen pocos recursos.

El entrenador del club haitiano Racing Gonaïves, Paul Edmond Aristide, sonríe cuando se le recuerda una de las mayores glorias de su equipo nacional: llegar a la Copa del Mundo de 1982 tras eliminar a México. “El fútbol en Haití es el deporte nacional, el más popular”.

“Lo próximo que sigue para el equipo es intentar ganar en Haití”, asegura Aristide. El país todavía no se ha recuperado del terremoto de 2010, que dejó más de 220.000 muertes y destruyó buena parte de las infraestructuras. “Pero poco a poco”, comenta.

El Racing Gonaïves juega en un sitio donde no caben más de 1.500 personas.

En Haití un futbolista gana unos 250 dólares al mes, muy lejos de la media de la liga mexicana, unos 400.000 dólares.

Muchos de los jugadores haitianos tienen que trabajar en otra cosa para poder ayudar a sus familias, pues con el fútbol solamente no basta.

“Algunos llegan a trabajar en los estadios, para mantenerlos en las mejores condiciones de juego posibles”, relata. Pero esta es solo otra vía de ingresos para un jugador semiprofesional en el país más pobre del hemisferio occidental.

El sueño del jugador del dominicano Cibao, Ernesto Che Trinidad, es pararse algún día al lado de Mariano Díaz Mejía, su compatriota, que milita en las filas del Real Madrid.

El Cibao, ganador del torneo, competirá con otros nueve equipos de Concacaf por un sitio en el Mundial de clubes, que se celebrará en Abu Dhabi en diciembre de este año.

El Real Madrid representará a Europa en este campeonato, así que existe una posibilidad de que Trinidad compita con sus ídolos.

“Desde niño soñé con jugar en un equipo grande para ganar dinero y ayudar a mi familia”, cuenta. Por ahora, combina su carrera futbolística con los estudios de contabilidad.

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